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Críticas

Materia viva y orgánica, mineral y vegetal, mitológica y humana, materia hecha trazo, pincelada, talla, corte, impresión o huella, "barroquismo" delirante y exquisito hecho rito y arcano de resplandor inabarcable, en la búsqueda de las fuentes de la historia, la vida y el pensamiento.

Todo ello es objeto de un evidente disfrute por la materia plástica misma en las obras de Manuel Arana, que expone en la galería Lecrín una serie de cuadros que son el resultado de su inagotable pasión por una figuración que se revela esencialmente simbólica y gratamente táctil.

La mitología mediterránea, el paisaje y los seres que pueblan la naturaleza, real o imaginaria, son los temas fundamentales que dan lugar a la creación de un universo realmente mágico que desborda su continente y nos invita a viajar a través de sus virtuales espacios

Eva Galán
Crítica de arte

Impresiona la obra reciente de Manuel Arana, pintor de largo recorrido y creatividad incontinente. Impresiona además en el sentido literal del término: contemplar estos cuadros cargados de plasticidad y belleza deja anclada en la retina un recuerdo indeleble.

 

Arana utiliza en su pintura acrílica técnicas mixtas, donde combina el empleo de diferentes elementos plásticos susceptibles de plasmarse en un lienzo u otro soporte adecuado, como la madera o el papel tratado. Acorde con la propuesrta de la Action Painting (*), el cuadro ha de ser concebido sobre la marcha a partir de la emanación del sentimiento creativo. Es decir, se trata de aplicar a la obra de arte la inmediatez en su ejecución. En efecto, la creatividad aparece sin avisar y hay que aprovecharla en el momento en el que aflora. Ahí la obra adquiere vida. No es posible apuntalar una creatividad sostenida sin fecha de caducidad. Las obras buenas muy trabajadas, que requieren de tiempo, lo que delatan básicamente es una técnica muy depurada, pero no necesariamente son calificables de geniales.

 

Manuel Arana adapta la Action Painting a su personalidad pictórica que navega por un canal expresionista figurativo con trazos barrocos. De esta forma, emplea soportes de madera tallada o papel texturado a mano con el objeto de conferir al cuadro un cierto volumen escultórico, de crear una sensación de tridimensionalidad en una pieza en principio bidimensional. Del mismo modo, se arriesga recurrentemente con la técnica del goteo o dripping para rematar el cuadro, en la que se juega malograrlo si la ejecución es inexacta. Pero sobre todo, la obra de Arana resalta con luz propia en el uso del color y la disposición de los elementos dibujados, su composición, que revelan la maestría de un autor insuficientemente reconocido en su valía. El atrevimiento en el manejo de los colores produce vértigo, pero el resultado es absolutamente satisfactorio, rayano la genialidad.

 

(*) La Action Painting es un movimiento artístico que surge al calor de la corriente del expresionismo abstracto representada por Jackson Pollock a finales de los años cuarenta del siglo pasado. Intenta expresar mediante el color y la materia, sensaciones tales como el movimiento, la velocidad o la energía. Para ello, es muy importante el tratamiento del color y los materiales no específicamente pictóricos con los que se trabaja –porciones de tierra, metal o madera- para conseguir texturas peculiares en la superficie del cuadro.

Víctor  Quesada

Nada más grato para mí, cuando algún amigo pintor muestra su obra a esta cuidad, que satisfacer con mi palabra escrita el elogio y el cariño que le manifiesto.

Manuel Arana, hedonista del color y de las formas, cree profundamente en la ontología placentera de las artes, de las finas artes que hacen situar a sus seguidores en estadios de profunda belleza y disfrute. Su pintura, y sobre todo su actitud ante la creación, así lo demuestran. Es más, Arana cree profundamente en el lenguaje visual como medio de expresión de lo interior; su obra, tal es el caso, plantea varias direcciones que parten de su pincel hasta el espectador. Por un lado el color estallando sin prejuicios, a veces inquietantes; por otro la materia, la textura, casi sorprendentes; y por último la lectura de una pintura teatral. Escenográfica y simbólica de mundos idílicos, de estampas de ensueños empapadas de lujosos compartimientos. La vitalidad y la fantasía, a menudo también lo absurdo y lo espectacular, se traducen en imágenes de una realidad deseada, coqueta y refinada.

Arana nos presenta una metáfora. Todo es demasiado bonito para ser verdad.

Las imágenes ideadas en su pintura son pictogramas de la realidad ideal de nuestros sueños. Quiero comerme una granada como esa...., quiero acariciar la textura de esas uvas y morderlas, quiero sentir el tacto de esas telas, de esas cerámicas o esos vidrios..., más nunca podré. Tan sólo en la puesta en escena de los cuadros de Manuel son verdaderos los deseos. Lo cotidiano se vuelve una fiesta. La realidad se esconde tras un fastuoso decorado. El jugo de deliciosas manzanas se desliza por lujosos azulejos. Las bocas degustan la fantasía.

Estoy convencido que el espectador reconocerá una exquisita presencia de elementos estéticos que formalizan una particular forma de expresión. Forma que coincide perfectamente, a mi juicio, con las necesidades comunicativas de personalidad del pintor. Esto supone la presencia de todo un sistema representativo apoyado en las bases de la observación de una realidad exterior y de otra realidad más pura que anida dentro del creador.

Todo esto, paradójicamente, es también la evidencia de que en su obra existe un modelo de orden, un ordenamiento físico, un universo armónico de rigurosa y serena construcción, un espacio en el que las formas, los motivos y los colores tienen su lugar y su estrategia asignada de manera que juntos formalicen obras de gran coherencia y uniformidad. Esto es que la pintura de Manuel Arana no es casual. Más allá de las sutilezas sofisticadas de sus lecturas, el pintor esboza, organiza y construye según criterios perfectamente maduros y coherentes con su compromiso ante esta profesión. Por esta razón, donde se aúnan los criterios más expresivos como intelectuales, me complace, no sólo presentar sino recomendar, esta exposición de pinturas de Manuel Arana.

Francisco José Sánchez Montalbán
Profesor de Fotografía
Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada

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